El 1 de abril de 1939, hace 75 años, terminaba oficialmente la peor de las guerras que ha sufrido España y se institucionalizaba un nuevo periodo tenebroso que ya había dado comienzo tres años antes en las retaguardias. La oleada de venganzas y depuraciones que sufrieron quienes se habían rendido y depuesto las armas es un inmenso caudal de acontecimientos que durante décadas se quiso hurtar del acervo histórico de este país.
Solo muy recientemente se han ido haciendo asequibles algunos detalles que han permanecido ocultos en el silencio –resignado, temeroso o culpable– de dos generaciones de españoles. Cuando han visto consolidada la democracia, los más mayores se han atrevido a hablar. Y los jóvenes más curiosos, los más inquietos, han ido descubriendo que esta es una sociedad que camina pisando los restos ocultos de millares de muertos; que la pujante España, uno de los países más avanzados del planeta, es también, tras Camboya, el segundo país con más desaparecidos.
A la pelea contra el olvido ha contribuido interviú de forma decisiva, convirtiéndose en el primer medio de comunicación español, en plenos años setenta, en desvelar aspectos oscuros de nuestro pasado. Esa vocación ha animado a esta cabecera a publicar un centenar de reportajes sobre aspectos relacionados con la Memoria Histórica, y explica también este suplemento especial que, en este aniversario tan significativo, pone ahora en manos de sus lectores.
Aún hoy una importante cantidad de españoles considera que rebuscar en la tierra para rescatar y dar sepultura digna a quienes fueron asesinados y arrojados a fosas comunes es reabrir viejas rencillas. Pero crece a la vez el número de españoles convencidos de que la cicatrización de nuestras heridas históricas es solo posible mediante una adecuada reposición de la memoria de todos los muertos inocentes, y no solo de los de un bando. Se cumpliría así el deseo dramáticamente expresado por el presidente Manuel Azaña en plena tragedia española: que escuchemos la lección de los muertos, “la de esos hombres que han caído magníficamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdón”.
El miércoles 2 de abril disponible en PDF.